El acto tendrá lugar en el partido del próximo viernes en el que los vallisoletanos se enfrentan al Cáceres. Mike Hansen acumuló 7 temporadas ACB, 3 de ellas en el club que lo galardona


Su buen amigo y precursor de la iniciativa, Pepe Catalina, le dedicó el siguiente escrito en el diario digital de El Norte de Castilla:

“Sin hacer apenas ruido y con tintes de humildad, como siempre se ha caracterizado, Mike Hansen decidió retirarse del baloncesto profesional esta temporada. He conocido a muchos jugadores, pero a ninguno con su pasión por el juego. Aparte de haber sido su trabajo y ocupación principal a lo largo de todos estos años, ha vivido y sigue viviendo el baloncesto con la misma ilusión de una persona normal. Además, y es lo que más fascina, todos y cada uno de los que fueron sus entrenadores, compañeros y directivos guardan un gran recuerdo suyo.


Echando un vistazo atrás creo que puede estar más que orgulloso de su carrera deportiva. Ya empezó destacando muy joven en las categorías inferiores del Canoe y del Estudiantes. Al poco tiempo, animado por sus raíces y por la educación que recibió de su padre en la base de Torrejón, el entrañable 'coach Hansen', decidió emprender la difícil aventura por entonces de triunfar en Estados Unidos. Pero había otro gran aliciente, le acompañaba a Kentucky, en la parte inicial de la aventura, su inseparable compañero Sergio Luyk, que ahora estará en algún rincón del cielo presumiendo de la trayectoria de su amigo del alma.

Ya en la Universidad, le bastó una breve exposición de lo que era capaz en la modesta Tennessee Martin para llamar la atención de los más grandes. Dale Brown, prestigioso entrenador de la Universidad de Lousiana State University, no dudó en darle la capitanía de un equipo donde militaba por entonces un jovencísimo Shaquille O'Neal. Tuvo actuaciones memorables frente a grandes equipos, de los que muchos de sus jugadores posteriormente desarrollaron toda su carrera en la NBA. Muchos piensan que si no hubiera sido por la lesiones en sus años claves allí no le hubiésemos visto más por aquí. La medalla de bronce con la Selección absoluta en el Europeo de Italia, en una época donde nuestro baloncesto no mandaba a nivel internacional, fue una especie de recompensa a todos esos años. Era el momento de dar el salto a profesionales, y que mejor lugar que el Estudiantes, Club que lo vio crecer desde pequeño. Como no jugó todo lo que esperaba, al año siguiente no dudó ni un instante en aceptar la oferta del por entonces Forum Valladolid. Gracias a ello, la vida nos ofreció la oportunidad a muchos de disfrutar de un gran jugador, y además de conocer a una persona que ha marcado nuestras vidas para siempre.


En esta ciudad nos hizo vivir grandes momentos. Con él se importó a nuestro baloncesto un nuevo concepto de jugador, el del base-escolta anotador. Pero el conservadurismo de un equipo que sufría para no descender, le cortó las alas en muchas ocasiones. Tras varios años en Valladolid, donde echó grandes raíces conociendo a su mujer y estableciendo su residencia permanente, tocó la hora de emprender otras aventuras en la ACB, en Huelva primero, y después en Murcia. De nuevo, la delicada situación deportiva de sus equipos, y esa etiqueta de muy ofensivo para ser un director de juego, y algo pequeño para ser un escolta anotador, no le permitieron disfrutar todo lo que quería.

Fue precisamente otro norteamericano, Calvin Oldham, que entrenaba al prestigioso Bayer Leverkusen de Alemania, el que le dio la luz verde que necesitaba. Sus gestas en la competición local, y sobretodo en la Suproliga de Europa (antigua Euroliga) fueron memorables. No bajaba de los dieciséis puntos de media por partido, no importaba quien estuviese delante. La confianza total de su entrenador, su talento, la dedicación plena y el amor por lo que hacía, se empeñaron en demostrar que la estatura no era ningún impedimento para estar a la altura de los mejores del continente. Fueron tres años de muchas satisfacciones. Después, y tras dos experiencias duras por las dificultades económicas en Cáceres y Hagen, decidió que era hora de empezar a pensar en su familia. Sus últimas etapas semiprofesionales entre Palencia y Zamora le sirvieron para iniciar una suave e inteligente transición hasta el punto actual en el que, como cualquiera de nosotros, es un sacrificado trabajador más de la vida cotidiana. Pero, su necesidad del baloncesto es tal, que todavía nos deja disfrutar de sus habilidades en las canchas de Valladolid.


Mario, Sergio e Iñigo, sus hijos, pronto se darán cuenta de lo mucho que consiguió su padre. El resto de su familia, empezando por Paula, su mujer y fiel compañera, ya lo saben. Los que le queremos, que somos muchos, también lo sabemos. Gracias por todos los grandes momentos, Mike”.




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